viernes, 29 de febrero de 2008



"EL LLANTO DEL DESIERTO"

Un amigo mio vuelve de Marruecos con una bella historia sobre un misionero que, nada mas llegar a Marrakesh, decidio pasear todas las mañanas por el desierto situado en los limites de la ciudad. En su primera caminata, vio a un hombre tumbado en la arena, con la mano acariciando la tierra y el oido pegado a la tierra.

"Es un loco" , se dijo a si mismo.

Pero la escena se repitio todos los dias y, pasado un mes, intrigado por aquel curioso comportamiento, decidio dirigirse a aquel extrañno. Con mucha dificultad - pues aun no hablaba arabe cpn fluidez - se arrodillo a su lado.

- ¿Que hace usted?

-Hago compañia al desierto y lo consuelo por su soledad y sus lagrimas.

-No sabia que el desierto fuera capaz de llorar.

-LLora todos los dias, porque tiene el sueño de volverse util al hombre y transformarse en un inmenso jardin, en el que se puedan cultivar cereales y flores y criar carneros.

-Pues diga al desierto que cumple bien su mision- comento el misionero- Siempre que camino por aqui, entiendo la verdadera dimension del ser humano, pues su abierto espacio me permite ver lo pequeño que somos ante Dios.

Cuando miro sus arenas, imagino a los millones de personas del mundo, que fueron creadas iguales, aunque no siempre el mundo sea justo con todos. Sus montañas me ayudan a meditar.

Al ver el sol naciente en el horizonte, mi alma se llena de alegria y me aproximo al Creador.

El misionero se separo de aquel hombre y volvio a sus asuntos diarios. ¡Cual seria su sorpresa, la mañana siguiente, al encontrarselo en el mismo lugar y en la misma posicion!

-¿Le comento al desierto lo que le dije?- pregunto.

El hombre asintio con la cabeza.

-Y, aun asi, ¿sigue llorando?

-Puedo oir cada uno de sus sollozos. Ahora llora porque paso millares de años pensando que era inutil y desperdicio todo este tiempo blasfemando contra Dios y su destino.

-Pues cuentele que, a pesar de que el ser humano tiene una vida mucho mas corta, tambien pasa muchos de sus dias pensando que es inutil. Raras veces descubre la razon de su destino y considera que Dios ha sido injusto con el. Cuando llega el momento en que, por fin, algun acontecimiento le muestra la razon para que haya nacido, le parece que es demasiado tarde para cambiar de vida y sigue sufriendo y, como el desierto, se siente culpable por el tiempo perdido.

-No se si el desierto oira- dijo el hombre- Ya esta acostumbrado al dolor y no consigue ver las cosas de otro modo.

-Entonces vamos a hacer lo que yo siempre hago cuando siento que las personas han perdido la esperanza. Vamos a rezar.

Los dos se arrodillaron; uno se puso mirando a la Meca, poque era musulman, y el otro junto las manos en señal de plegaria, porque era catolico. Rezaron cada cual a su Dios, que siempre ha sido el mismo Dios, aunque las personas insistiran en llamarlo con nombre diferente.

Al dia siguiente, cuando el misionero reanudo su paseo matinal, el hombre ya no estaba alli. En el lugar en el que acostumbraba a abrazar la arena, el suelo parecia mojado, ya que habia nacido una fuentecilla. En los meses siguientes, la fuente crecio y los habitantes de la ciudad construyeron un pozo a su alrededor.

Los beduinos llaman al lugar "Pozo de las lagriams del desierto". Dicen que todo aquel que bebe de su agua conseguira transformar el motivo de su sufrimiento en la razon de su alegria y acabara encontrando su verdadero destino.

Sacado del libro "Como el rio que fluye"

escrito por Paulo Coelho.

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